La ayuda no tardará en llegar [Roll público]

Llegué al hospital relativamente rápido. Atravesé las grandes puertas de vidrio, desembocando en la impecable sala de espera. Las paredes blancas estaban adornadas con distintos cuadros de médicos famosos y varios afiches con consejos e información. El pulido piso de mármol brillaba bajo la cálida luz que despedían las lámparas de techo. Los asientos estaban tapizados en tela negra, resaltando en el enceguecedor blanco de la habitación. Caminé por el pasillo, devolviendo los saludos que me daban mis colegas, hasta entrar por una a la cocina. Tomé mi uniforme, que consistía en un sencillo delantal blanco y me lo puse. Después, me senté a charlar con el resto de mis compañeros, que aún no tenían ningún encargo asignado. No pasaron dos minutos, cuando una de las secretarias entró precipitadamente a la habitación.
-Agus, te necesitan en el piso 3, habitación 54- dijo, y volvió a salir a toda velocidad. Me incorporé de un salto y fui en busca de los ascensores. Por un lado, me gustaba que me confiaran cosas importantes. Por otro, me molestaba bastante que no me ascendieran, teniendo en cuenta la gran cantidad de actividades que desempeñaba.

Sebastian- Miraba todo a mi alrededor,no sabía que había ocurrido solo recuerdo que choque contra un auto,estaba en la camilla seguido de Aaron que estaba corriendo atras de los medicos y ladraba,al dejarme en la sala me vendaron el brazo y una pierna-
Le debemos quitar el guante- dijo la enfermera.
NO- dije en un tono seco.
Bien...- dijo- ¿Ya viene?- le pregunto a una y esta asintio ¿quien carajos venia?

Puse la mano en el pomo de la puerta y tiré, entrando con decisión a la habitación. Miré a mi alrededor en busca del paciente, que se hallaba recostado en una camilla, con una pierna y un brazo vendados. Me bastó una rápida ojeada para cerciorarme de que no era humano. El también pareció haberse percatado de que había algo no del todo humano en mí, ya que me lanzaba una mirada escrutadora.

Tras vacilar un instante, decidí que no importara que cosa fuera, y que debía centrarme en atender su salud. Me giré a una de las enfermeras.
-¿Informe?- pregunté.
-Lo chocó un auto. Pierna y brazo quebrados y varias contusiones en el cuerpo. Recibió un fuerte impacto en la cabeza- contestó la más vieja de ellas, que llevaba un porta-papeles. No dije nada, pero me sobresalté cuando sentí que algo me tocaba las piernas, olfateando en mis jeans. Un perro considerablemente grande me olfateaba de arriba a bajo, supuse que era del chico. Me encaminé a un escritorio que había allí. Las enfermeras salieron de la habitación, ya sabían por experiencia que debían dejarme sola cuando comenzaba a trabajar de ese modo. Sabía que el el chico me estaba observando atentamente, podía sentir su mirada clavada en mi nuca. No hice caso y seguí con mi trabajo.

Cuando terminé había dos pequeños frasquitos con diversas sustancias. Una era de un color celeste claro, que echaba pequeñas bocanadas de humo. Otro era de un color bordó mate, y tenía la apariencia de ser denso y consistente. Tomé al frasco celeste y me dirigí hacia el joven. Me percaté de que tenía un guante en una mano, de modo que decidí quitárselo para ver si no tenía nada grave. Ni bien apoyé mi mano en la suya, él, con gran velocidad y una fuerza un tanto excesiva, puso su mano sosteniendo la mía, al tiempo que negaba con la cabeza. Lo miré encarnando una ceja. Ya sabía lo suficiente sobre las criaturas no humanas como para saber que debía tener sus motivos para no quitarse el guante.
-Como quieras- dije con sencillez- ¿Pero seguro que no estas lastimado?- Él movió los dedos de la mano.
-Perfecto-contestó- A propósito, Soy Sebastian-
-Me llamo Agustina, me dicen Agus- comenté con una sonrisa.
-¿Y sos un...?- preguntó. La sonrisa se me desvaneció al tiempo que pensaba en qué responderle. Opté por hacerme la desentendida.
-¿A que te refieres?- dije. Era su turno de encarnar una ceja.
-No te hagas la tonta...- me dijo con media sonrisa. Solté un suspiro.
-Un fénix de fuego Azul...¿Y vos?-
-Híbrido vampiro demonio-
-Ajá- dije, un tanto distraída- Tomate esto- le indiqué tendiéndole el frasco. Me miró con desconfianza.
-¿Qué es?-
-Una poción para sanar los huesos. Tarda un poco en actuar, pero los deja completamente curados- contesté. me miró un instante más, como dudando entre si podía confiar o no. Después, se bebió el tarro de un trago. Fui hasta la mesa en busca de la otra poción.
-¡Eh!- gritó- ¡No puedo sentir la pierna ni el brazo, están acalambrados!- me miró con desconfianza rayana en la furia. Sonreí con tranquilidad.
-Claro que sí, siempre pasaba. Recuperar los huesos no es una tarea fácil para el cuerpo, ni si quiera con una poción. Ahora tomá esto- le tendí el frasco bordó.
-¿Qué es?-
-Poción para dormir. Es mucho mejor que cualquier anestesia, te induce a un descanso tranquilo y sin sueños-
-¿Y para qué quiero dormir?-
-Para recuperar energías- dije levemente impaciente. Que porfiado que era. Se bebió la poción de un trago, sonreí y me senté en una silla de cara a él, vigilándolo. Al cabo de un rato los ojos se le cerraron y quedó profundamente dormido. Llamé a su perro, que se me acercó con cierta desconfianza. Le ofrecí mi mano para que la oliera, cosa que hizo y empezó a mover el rabo. Comencé a acariciarle la cabeza, que él luego apoyó en mi regazo para que le rascara las orejas.

Me quede dormido profundamente,ya sentia que me estaba curando,al cabo de 1 hora y media me desperte por que Aaron me comenzó a lamer la cara-
Aaron....- dije sonriendo mientras el me lamia y movia su cola con sus orejas en alto.
Tu perro es muy tierno...- dijo ella.
Perro demonio....- dije acariciando a Aron y despues me sente en la cama.Al parecer eso a la chica la impresiono y se quedo cayada.

Me quedé algo sorprendida al enterarme de que el perro era un demonio. Pero, al final de las cuentas ¿Qué más daba? Me seguía pareciendo muy tierno y amigable. Miré la hora con aire distraído. Eran las once en punto. Me levanté de mi silla y comencé a recorrer la habitación.
-Bueno, tengo que irme. Los médicos te darán el alta una vez que te revisen- comenté. Él asintió con la cabeza -Un gusto conocerte. A vos también, Aaron- agregué sonriente, al tiempo que le rascaba la cabeza al perro, que se había volteado a verme. Comencé a caminar hacia la puerta.

Aaron no esperaremos al medico...debemos irnos chico....- mire el collar de Aaron y este me miro,me puse mi chaqueta y mi corbata con las zapatillas,me levanté y me asome por la puerta mirando con Aaron,al no ver a nadie camine por los pasillos rapidamente con Aaron atras como mi sombra.

Bajé y volví a la cocina, que ahora estaba vacía. Fui completamente capaz de ver a Sebastian escapando del hospital, pero no hice nada por impedírselo, de última, ya estaba curado. Puse agua para el mate y comencé a leer. Saqué la pava del fuego antes de que hirviera y comencé a preparar el mate, dulce, como a mi me gustaba. Claro que era perfectamente capás de tomarlo amargo. Después me puse a leer.

El resto de la mañana transcurrió sin inconvenientes, de modo que cuando terminé mi turno, colgué el guardapolvo en una percha y salí del edificio. Mi hermana saldría en media hora, por lo que antes pasé por mi casa. Aproveché para cambiarme el jean largo, que me estaba sofocando, por unos pantalones cortos mucho más cómodos. Además, cambié mi bolsito por una mochila, donde guardé el almuerzo y varias cosas más. Después, tomé mi guitarra y salí a la calle, en busca de Katie.